¿CUÁNDO SE ES LO SUFICIENTEMENTE MAYOR PARA SER AUTOSUFICIENTE?

¿Cuántas veces hemos oído eso de “es que es muy pequeño/a…”? Y lo cierto es que, sabemos que hay cosas que los niños, por mucho que queramos, aún no van a poder entender, pero es importante empezar a estimularles con retos personales que les ayuden a favorecer su capacidad resolutiva, de concentración, su razonamiento lógico y motivación de logro y, es que a veces, nos centramos mucho en la cantidad de conocimientos que deben memorizar, como: los números, los colores, las letras, los nombres… Y nos olvidamos de lo más importante: ¡enseñarles a conocerse!

En los primeros años de la etapa de infantil hay un área de aprendizaje que podría denominarse como “vida cotidiana”, es decir, enseñarles a ser autosuficientes en tareas del día a día, como: a quitarse el abrigo, quitarse los zapatos, abrochar un velcro, desabrochar un botón, comer ellos solitos, controlar su cuerpo y la velocidad cuando corren… Todas esas actividades de nuestro día a día que los adultos ya ni pensamos, las tenemos tan interiorizadas que nos salen de manera automática. Cuanto antes empecemos, mejor.

A la hora de trabajar esta autonomía, hay que tener en cuenta un factor muy importante: el tiempo. No podemos enseñarle a un niño a ponerse el abrigo y esperar que lo hagan al día siguiente sin ayuda, primero se les enseña cómo hacerlo y después, les dejaremos repetirlo solitos mientras vamos guiándoles. Así, un día tras otro y, cada vez necesitará menos ayuda, menos guía y menos tiempo para llevarlo a cabo.

Las rutinas juegan un papel muy importante, ya que sirven para automatizar tareas, practicarlas y cada vez ser más eficientes. Estos aspectos son fundamentales para que los menores aprendan a realizar por sí mismos estas tareas de cara a su crecimiento personal y a convertirse en protagonistas de su propio aprendizaje.

La adquisición de la autonomía infantil conlleva, desarrollar aspectos como la autoestima, la seguridad o la libertad de pensamiento, que nacen de crear pequeños retos que, al ser superados de manera autónoma, logran un refuerzo. Seguro que hemos oído a algún niño decir “no puedo” y entonces llega el adulto y lo resuelve. Esa ayuda, en realidad, no es ayuda porque, indirectamente, es similar decirle: “no puedes, pero ya te lo hago yo”. Sin embargo, es un buen momento para desarrollar una buena autoestima en el niño remarcando que SÍ puede (a lo mejor aún no, pero podrá), enseñarle cómo hacerlo, dejarle que lo intente tantas veces cómo necesite y si finalmente, sigue siendo demasiado difícil aún para lograrlo en ese momento, se puede resolver conjuntamente.

Cristina Lucero
Profesora de Early Years